lunes, 14 de julio de 2014

Érase una vez una princesa encerrada en una torre...



Hace pocos días, en la salida del cole de mis hijas escuché a una madre contándole a otra que no deseaba que a su hija le regalasen nada que tenga que ver con Cenicientas ni Blancanieves. No deseaba nada de buenas e inocentes princesas rosas en busca de príncipes azules como suprema realización de la vida. En el “mundo real” los príncipes pasan de un azul dudoso a un gris plomizo medio oxidado en medida proporcional al camino que va desde las primeras miradas al ocaso del romanticismo, en mitad de la convivencia.. o un pelín antes.

¿Será que nos creemos que la realidad es sólo lo que resulta evidente a los ojos o al entendimiento?  La vida se desviste de magia cuando se olvida la simbología y nos quedamos sólo en la aparente superficie de las cosas. El rechazo al mundo de las hadas evita el misterio que esconden las palabras que la tradición oral resguardó del olvido. La verdad es que los cuentos  tradicionales están repletos de significados que se esconde en inocentes relatos, leyendas y canciones populares.


Y vivieron felices, y comieron perdices


La antología de los cuentos infantiles más populares se inscribe en una larga tradición de narrativa iniciática que se remonta a la noche de los tiempos. Lo cierto es que los cuentos tienen un camino de conocimiento que poco tiene que ver con el merchandising de las películas, aunque también es cierto que Walt Disney puso mucha simbología en sus dibujos animados, pero al final los adaptaba para el público infantil de la época.

Si profundizamos un poco, una pizca de magia va asomando entre tanto vestido rosa adquiriendo un nuevo sentido cuando somos concientes del significado de ciertos tópicos...

Distinto pensaría esa mamá, que rechaza la búsqueda del príncipe en el cuento de la noche, si supiera que cuando la protagonista se casa con el príncipe se trata del encuentro entre el alma y el espíritu. Distinto pensaría esa mamá, que rechaza la princesa que trabaja como sirvienta, si supiera que la purificación del alma se alcanza cuando ésta se pone al servicio de los demás. Distinto pensaría esa mamá, si entendiera que la rana simboliza la metamorfosis, la capacidad de vivir en el agua y en la tierra respirando aire, dominando el plano de tierra, lo material, y también los sentimientos, el agua…


El príncipe como espíritu y el príncipe como compañero.

La princesa es el alma en evolución y el príncipe azul, (¿o añil?) el espíritu increado e inmortal, el Atman de los Brahmanes. Cuando el alma está preparada, el espíritu le insufla el aliento divino, como Dios lo hace en el Génesis. Es el caso de cuentos como Blancanieves o la Bella durmiente.

En otros, la princesa-alma, se encuentra con otro personaje en el cuento, que puede ser ella misma pero literariamente está puesto en el príncipe. Este otro agonista también está en proceso de aprendizaje y necesita una transformación. Como la princesa que besa a la rana y sólo cuando el alma que esconde está preparada, ésta se puede transformarse en príncipe. Hasta que el cuerpo no está purificado, no puede alcanzar la unión, el camino a nuestro yo verdadero.


Los siete enanitos de Blancanieves.


¿Y si los siete enanitos, el príncipe y Blancanieves son una sola persona? El príncipe aparece en el cuento de Blancanieves cuando ella está mirando al pozo con agua, al fondo de sí misma. Pero se asusta y sólo al final de un proceso de aprendizaje consigue la unión con su príncipe, con ella misma. Los siete enanitos representan los siete chakras que se personifican en la figura de los Gandarvas. Según el hinduismo y algunas culturas de Asia, los chakras son centros de energía situados en el cuerpo humano.

 Los siete enanitos del cuento trabajan en una mina de diamantes. Los Gandarvas  llevan en la espalda un saco lleno de piedras, lo que les impide avanzar con rapidez, pero una vez abierto y liberado se descubría lleno de diamantes. Esta imagen simboliza la liberación de aquel tipo de memoria que nos ata al pasado, que nos arrastra con pesadez hacia abajo impidiendo que nos liberemos y despleguemos nuestras alas para poder vivir con libertad.


Caperucita roja


El hecho que la conocida prenda de vestir de este personaje sea roja no es casual, simboliza la edad de la menarquía, el comienzo de una nueva vida. La abuela a quien le debe llevar la comida porque está enferma es la sabiduría antigua que está en desuso. El lobo es a la vez la cueva, lo instintivo y animal, las fuerzas de lo terrenal que se cruzan en su camino ¿Habla de esto el mito de la cueva de Platón?  

En el cuento, el lobo se come a Caperucita y a su abuela y estas logran salir con ayuda de los leñadores (no cazadores) que ayudan a “dominar” al lobo, y una vez liberadas salen renovadas. Una vez más, aprendizaje y sabiduría. Dicen que en el cuento original llenan al lobo de piedras, esto también rememora la mochila de los Gandarvas y a la vez se dice que simboliza la construcción de menhires con la intención de cambiar la geometría de la Tierra.


La Bella durmiente...


Cuando la princesa se pincha con la rueca es porque ha detenido su camino de iniciación. Es la rueca de las tres parcas que simboliza la sabiduría. Las parcas son las diosas del destino,  tres hermanas hilanderas que personifican el nacimiento, el matrimonio como la unión del alma y el cuerpo, el camino y la muerte. Se llamaban Nona, Décima y Morta y se dedicaban a hilar; luego cortaban el hilo que mide la longitud de la vida y ese corte fija el momento de la muerte.

Cuando la Bella Durmiente se pincha, es porque no domina la sabiduría y eso le hace dormir durante años para continuar con su proceso de iniciación, y no se despierta hasta que el príncipe la besa, hasta que el espíritu desbloquea el camino de la misma manera que Cristo desbloqueó (y no resucitó) a un Lázaro detenido en su camino.

Hay mucha más magia en el mundo de la que creemos, muchos mensajes ocultos en historias, muchas lecturas entre líneas esperando ser descifradas por quién tenga esa chispa en el alma que sea capaz de ver y sentir más allá de las palabras. Nos falta todo por descubrir, si alguien tiene algo que sumar… ¡bienvenido sea!

Os dejo un acertijo musical… ¿qué creéis que significa esta canción?

Yo tengo un castillo,
matarile-rile-rile,
yo tengo un castillo,
matarile-rile-ron.
Chimpón.

¿Dónde están las llaves?
matarile-rile-rile,
¿dónde están las llaves?
matarile-rile-ron
Chimpón.

En el fondo del mar,
matarile-rile-rile,
en el fondo del mar,
matarile-rile-ron
Chimpón.

¿Quién irá a buscarlas?,
matarile-rile-rile,
¿quién irá a buscarlas?,
matarile-rile-ron
Chimpón.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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